La doctrina de la creación
del alma en el acto del nacimiento constituye un sistema de
creaciones privilegiadas. Los hombres son extraños entre sí, pues
nada los une. Los lazos de familia son puramente carnales. No existe
solidaridad con un pasado en el que no se existía ni con la nada
después de la muerte.
Toda
relación termina junto con la vida. Tampoco hay solidaridad con el
porvenir. Con la reencarnación, en cambio, los hombres son
solidarios con respecto al pasado y al futuro: las relaciones se
perpetúan en el mundo espiritual y en el corporal, la fraternidad se
basa en las leyes mismas de la Naturaleza y el bien tiene su meta y
el mal sus consecuencias ineludibles.
Con
la reencarnación desaparecen los prejuicios de razas y de castas, ya
que el mismo espíritu puede renacer rico o pobre, gran señor o
proletario, patrón o subordinado, libre o esclavo, hombre o mujer.
La reencarnación es el argumento más lógico de todos los invocados
contra la injusticia de la servidumbre, la esclavitud y la sujeción
de la mujer al más fuerte. La reencarnación funda el principio de
la fraternidad universal en una ley natural, y en ésta basa el
principio de igualdad de derechos sociales y, en consecuencia, el de
libertad.
Si
se hace abstracción en el hombre de su espíritu libre,
independiente y sobreviviente a la materia, sólo queda de él una
máquina organizada, sin responsabilidad y carente de fines, manejada
por la ley civil con escaso éxito y apta para la explotación. En
resumen: el hombre sería sólo un animal con inteligencia. Si no
espera nada después de la muerte, no hay frenos que detenga su
pasión por aumentar los goces materiales. Si sufre, no tiene otra
perspectiva ni otro refugio que la desesperación y la nada. Mas, si
tiene la certeza de un futuro, del reencuentro con los seres amados y
el temor de volver a ver a quienes ofendió, todas sus ideas cambian.
Aunque
el Espiritismo sólo hubiese quitado al hombre sus dudas acerca de la
vida futura, ya hubiera hecho más por su adelanto moral que todas
las leyes disciplinarias que lo frenan, pero no lo cambian.
Sin
la preexistencia del alma, la doctrina del pecado original sería
inconciliable con la noción de justicia divina, ya que
responsabilizaría a todos los hombres por el pecado de uno solo.
Carecería, además, de sensatez y justicia si, ateniéndonos a tal
doctrina, creyéramos que ese alma no existía en la época en que se
cometió la falta, por la cual se pretende responsabilizarla. Con la
preexistencia, sabemos que el hombre trae consigo al renacer el
germen de las imperfecciones y defectos que no ha corregido y que se
traducen en instintos innatos y tendencias determinadas hacia tal o
cual vicio. Allí reside su auténtico pecado original, por el cual
sufre naturalmente sus consecuencias, mas, con una diferencia
capital, su sufrimiento se origina en errores propios y no en los de
un tercero.
Además,
existe una segunda diferencia que alivia, consuela y representa
equidad: cada existencia ofrece al hombre los medios para redimirse y
reparar, así como para progresar, ya sea liberándose de alguna
imperfección o adquiriendo nuevos conocimientos, hasta el momento en
que su purificación sea completa y no tenga más necesidad de la
vida corporal y pueda vivir entonces la vida de los espíritus,
eterna y bienaventurada.
Debido
a esa misma razón, quien ha progresado moralmente trae al renacer
cualidades naturales, al igual que quien ha progresado
intelectualmente posee ideas innatas, se identifica con el bien, lo
practica sin esfuerzo, sin cálculo, y, por así decirlo, sin pensar
siquiera.
En
cambio, quien está obligado a combatir sus malos instintos permanece
todavía en estado de guerra interno. El primero ya venció, el
segundo lucha por vencer. Por consiguiente, hay virtud original, como
hay saber original y pecado, o dicho con más propiedad, vicio
original.
El
Espiritismo experimental estudió las propiedades de los fluidos
espirituales y su acción sobre la materia. Ha demostrado la
existencia del periespíritu, presentido por los antiguos y designado
por San Pablo “cuerpo espiritual”, es decir, el cuerpo fluídico
que acompaña al alma después de la destrucción del cuerpo
tangible.
Sabemos
hoy que el periespíritu es inseparable del alma, que es uno de los
elementos constitutivos del ser humano y el vehículo transmisor del
pensamiento que durante la vida corporal sirve del lazo entre el
espíritu y la materia. El periespíritu juega un papel muy
importante en el organismo y en un sinnúmero de enfermedades que
están ligadas estrechamente con la Fisiología y la Psicología.
El
estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos
espirituales y de los atributos fisiológicos del alma abre nuevos
horizontes a la ciencia y explica una infinidad de fenómenos
incomprensibles hasta hoy, debido a la ignorancia de la ley que los
gobierna. Estos fenómenos son negados por el materialismo porque se
relacionan con lo espiritual, a la vez que calificados de milagros o
sortilegios por otras creencias. Tales son, entre otros, los
fenómenos de doble vista y de visión a distancia, de sonambulismo,
ya sea natural o provocado, de efectos físicos, catalepsia y
letargia, presciencia, presentimientos, transfiguraciones,
apariciones, transmisión de pensamiento, fascinación, curas
instantáneas, obsesiones y posesiones, etcétera.
Demostrando
que tales fenómenos obedecen a leyes tan naturales como las que
rigen para los fenómenos eléctricos, así como las condiciones
normales en que se producen, el Espiritismo destruye el imperio de lo
maravilloso y sobrenatural, y, en consecuencia, la fuente de la mayor
parte de las supersticiones. Al mismo tiempo que hace comprender la
posibilidad de ciertos hechos hasta hoy considerados quiméricos,
rechaza otros, demostrando su imposibilidad e irracionalidad. (La
Genesis. Capítulo I. 35-40. Allan Kardec).
O oo O oo O oo O oo O
825.
¿Hay en el mundo posiciones en que el hombre pueda jactarse de
disfrutar de una libertad absoluta?
“No,
porque todos vosotros os necesitáis mutuamente, tanto los pequeños
como los grandes.”
826.
¿En qué condición el hombre podría gozar de una libertad
absoluta?
“En
la del ermitaño en un desierto. Desde el momento en que dos hombres
están juntos, tienen derechos que respetar y, por consiguiente, ya
no gozan de una libertad absoluta.”
833.
¿Hay en el hombre algo que escape a todo tipo de coacción y por lo
cual goce de una libertad absoluta?
“Por
el pensamiento el hombre goza de una libertad sin límites, pues el
pensamiento no conoce obstáculos. Se puede impedir su manifestación,
pero no aniquilarlo.”
835.
La libertad de conciencia, ¿es una consecuencia de la libertad de
pensar?
“La
conciencia es un pensamiento íntimo que pertenece al hombre, al
igual que el resto de sus pensamientos.”
841.
Por respeto a la libertad de conciencia, ¿debemos permitir que se
difundan doctrinas perniciosas, o podemos –sin atentar contra esa
libertad– intentar que vuelvan al camino de la verdad aquellos que
se han extraviado por seguir principios falsos?
“Sin
duda podéis intentarlo, e incluso debéis hacerlo. Pero enseñad,
según el ejemplo de Jesús, mediante la dulzura y la persuasión, y
no por la fuerza, lo cual sería peor que la creencia de aquel a
quien queréis convencer. Si hay algo que está permitido imponer, es
el bien y la fraternidad. Con todo, no creemos que el medio de lograr
que se los admita sea obrar con violencia, pues la convicción no se
impone.”
842.
Dado que todas las doctrinas abrigan la pretensión de ser la única
expresión de la verdad, ¿mediante qué señales podemos reconocer a
aquella que tiene derecho a presentarse como tal?
“Será
la que haga más hombres de bien y menos hipócritas, es decir,
hombres que lleven a la práctica la ley de amor y caridad en su
mayor pureza y en su aplicación más amplia. Mediante esa señal
reconoceréis que una doctrina es buena, pues toda doctrina cuya
consecuencia sea sembrar la desunión y establecer una demarcación
entre los hijos de Dios, sólo puede ser falsa y perniciosa.”
O
o O o O o O
La
libertad es la facultad que le permite al individuo decidir u obrar
según su voluntad. De esta manera, el (...) hombre es por
naturaleza, dueño de sí mismo, es decir, que tiene el derecho de
hacer todo lo que crea conveniente o necesario para la conservación
y el desenvolvimiento de su vida. Esa libertad no es absoluta, y no
podría serlo, por la sencilla razón de que al convivir en sociedad,
tiene el deber de respetar ese mismo derecho en cada uno de sus
semejantes. (10)
Para
que el hombre pudiera gozar de libertad absoluta, sería necesario
que viviera aislado como el eremita en el desierto. Desde el momento
en que dos hombres estén juntos, existen entre ellos derechos
recíprocos que les corresponde respetar. (01) Por lo tanto, la
libertad es relativa y debe ser adecuada a la libertad del otro,
porque la libertad y el derecho de una persona terminan donde
comienzan la libertad y el derecho del otro.
La
comprensión de la ley de libertad nos hace entender que para
progresar nos necesitamos unos a otros y que todos tenemos derechos
recíprocos que es necesario respetar, puesto que cualquier perjuicio
que provoquemos a nuestro semejante como consecuencia de actos que
hayamos realizado, no quedará impune ante la Ley de Dios. Es por
esta razón que la enseñanza de Jesús de no hacer a los otros lo
que no nos gustaría que los otros nos hagan (Mateo, 7: 12) –
enseñanza conocida como regla de oroestablece los límites de
nuestra libertad y nos orienta acerca de cómo vivir en sociedad
según los derechos y los deberes que nos corresponden. Ante Dios, el
hombre es responsable de su pensamiento.
Se
ha comprendido debidamente la ley de libertad cuando aprendemos a
establecer una relación entre la libertad de pensar y la libertad de
conciencia. Como sabemos, la libertad de pensar es absoluta en el ser
humano: En cuanto al pensamiento el hombre goza de ilimitada libertad
porque no hay manera de ponerle obstáculos. (...) (04)
Volando
en las alas del pensamiento, la mente espiritual refleja sus propias
ideas tanto como las ideas de las mentes con las cuales establece
afinidad, según los procesos naturales de sintonía. En los seres
primitivos (la mente) aparece debajo de la ganga del instinto; en las
almas humanas surge en medio de las ilusiones que invaden la
inteligencia, y en los Espíritus Perfeccionados se muestra como
precioso brillante que revela la Gloria Divina. Cuando desde nuestra
posición espiritual, confinados como nos hallamos entre la
animalidad y lo angelical, nos dedicamos al estudio de la mente,
tendemos a considerarla como el campo de nuestra conciencia despierta
dentro de la franja evolutiva en la cual el conocimiento adquirido
nos permite obrar. (13)
Se
comprende así que el pensamiento a todo le infunde acción, (...) es
creativo y transformador, destruye y vuelve a construir para alcanzar
como resultado el acrisolamiento, la sublimación. (...) (14)
En
ese contexto, la conciencia representa, tal como nos esclarecen los
Espíritus de la Codificación, un pensamiento íntimo que pertenece
al hombre, como todos los otros pensamientos. (06)
Es
el (...) centro de la personalidad, centro permanente e
indestructible que subsiste y se mantiene a través de todas las
transformaciones del individuo. La conciencia no es solamente la
facultad de percibir, sino también el sentimiento que tenemos de
vivir, obrar, pensar y querer. Es única e indivisible. (...) (12)
Entre
tanto, a medida que los Espíritus evolucionan, la conciencia del
bien y del mal está mejor definida en ellos, de modo que la libertad
de conciencia, al regular las relaciones interpersonales, refleja
(...) una de las características de la auténtica civilización y
del progreso. (07)
La
conciencia, entendida como facultad de determinar evaluaciones
morales o juicios de valor, es un atributo mediante el cual el hombre
puede conocer y juzgar tanto su realidad como la realidad de los
otros. Los juicios realizados por la conciencia y las
interpretaciones de los hechos y de los acontecimientos cotidianos
presentan limitaciones porque están fundamentados en los parámetros
morales que cada uno establece para sí mismo. La conciencia es el
fruto de las experiencias y creencias individuales elaboradas en el
contexto cultural donde está insertada la criatura humana, y se pone
de manifiesto en concordancia con la evolución espiritual del ser.
De esta manera, mientras que la libertad de pensar es ilimitada, la
libertad de conciencia es restringida, porque depende del nivel
evolutivo del Espíritu.
La conciencia que no está esclarecida puede
alimentar ideas malsanas, generar y provocar acciones moral y
éticamente abusivas, que derivan en la manifestación de
sufrimientos y desarmonías para sí misma y para el prójimo. Los
impedimentos a la libertad de conciencia, la propagación de
doctrinas perniciosas y la esclavitud humana son ejemplos de los
desvíos provocados por Espíritus imperfectos dominados por el
orgullo y el egoísmo.
Hemos de actuar con cautela cuando condenamos
las acciones, ideas o creencias de las personas para no atentar
contra la libertad de conciencia. No obstante, es oportuno tener en
cuenta, que reprimir (...) los actos exteriores de una creencia si
ocasionan perjuicios a terceros, no es atentar contra la libertad de
conciencia, porque esa represión en nada afecta la libertad a la
creencia, que se conserva íntegra. (08)
Por
otro lado, siempre que nos sea posible, podemos y debemos orientar
hacia el camino de la verdad a quienes se extraviaron, valiéndonos,
según el ejemplo de Jesús, de la dulzura y de la persuasión, pero
no de la fuerza. (09)
Como
nos esclarecen los Espíritu Superiores, si (...) algo se puede
imponer, es el bien y la fraternidad. Pero no creemos que la
violencia sea el mejor medio para conseguir que se los acepte. La
convicción no se impone. (09)
Otro
abuso de la manifestación de la conciencia es la esclavitud, es
decir, la sumisión de la voluntad, el cercenamiento de la libertad
de trasladarse, de obrar y de pensar del ser. Independientemente de
la forma en que se manifieste, la esclavitud es contraria a la ley de
Dios porque es un abuso de la fuerza, aunque forme parte de las
costumbres de un pueblo. La ley humana que consagra la esclavitud es
contraria a la Naturaleza porque asemeja al hombre a los irracionales
y lo degrada física y moralmente. (02)
La
esclavitud humana es un mal. El (...) mal es siempre el mal, y no hay
sofisma que logre que una mala acción se transforme en buena. Pero,
la responsabilidad del mal es relativa a los medios de que disponga
el hombre para comprenderlo. Aquel que saca provecho de la ley de
esclavitud, siempre será culpable de violar la ley de la Naturaleza.
(03)
A
pesar del sufrimiento que existe en el Planeta, lo cierto es que la
Humanidad ha progresado y que se ha generalizado mundialmente la
preocupación por valorizar la paz entre los pueblos y los
individuos: De un siglo a otro, el hombre encuentra menos
dificultades para pensar sin trabas, y en cada nueva generación, se
amplían las garantías individuales en lo referente a la
inviolabilidad del fuero interno. (...) En cuanto a las discrepancias
religiosas, las llamas de las hogueras han sido sustituidas por las
luces del esclarecimiento, y en la catequesis filosófica o política,
tengamos la certeza de que, de aquí en adelante, se intentará
emplear cada vez más la fuerza de la persuasión en vez de la
imposición por la fuerza. (11)
O o O o O o O o O o
Referencias:
1. KARDEC, Allan. El Libro de
los Espíritus. Pregunta 826.
2.
__________. Pregunta 829. Comentario.
3.
__________. Pregunta 830.
4.
__________. Pregunta 833.
5.
__________. Pregunta 834.
6.
__________. Pregunta 835.
7.
__________. Pregunta 837.
8.
__________. Pregunta 840. Comentario.
9.
__________. Pregunta 841.
10. KARDEC, Allan. La Génesis. Capítulo 1. 35-40.
11.
CALLIGARIS, Rodolfo. As Leis Morais.
12.
__________. Ibídem.
13.
DENIS, Léon. El problema del Ser, del Destino y del Dolor. Tercera
Parte. Ítem XXI.
14.
XAVIER, Francisco Cândido. Pensamiento y Vida. Por el Espíritu
Emmanuel. Capítulo 1.
15.
__________. Ibídem.